viernes, 21 de junio de 2013

El agua que debiera ser nuestra, no es nuestra.




Nutopia (tierra libre de especuladores y explotadores)

 En buena parte de los países del mundo,  el agua,  vital elemento, es de carácter público, es decir está manos del estado. Las autoridades definen, las prioridades de su uso desde la óptica de lo bien está al alcance de la gran mayoría de la sociedad hasta ahora,  sin que por ello, los ciudadanos tengan que gastar más allá de sus condiciones materiales. No obstante, han surgido voces de la alerta, ante la voracidad capitalista, por  la arremetida contra la propiedad estatal de las sanitarias en el mundo.

Sin embargo, para el caso específico de Chile, la soberanía sobre las aguas reside bajo la lupa del área privada, ya que para ellos es una inmejorable oportunidad de realizar negocios. La idea de privatizar gravita en la necesidad de que un país de mejore y crezca  a través de la competencia económica. Obteniendo recursos para el sector público, parta reducir  sus niveles de endeudamiento. 

Se justifica entonces, desde los intereses capitalistas, que las directrices privadas estén por encima, de las del estado, ya que el sector público sería poco eficiente a causa de su falta de criterio economicista para la venta. Esto se justificaría, pues al cumplir las empresas solo un bien social, deja de obtener rentabilidad para crecer, se obtienen pocos recursos.

Sin embargo, los recursos que dejarían de obtenerse por la aplicación de la función social de una empresa, se podrían percibir a través de la aplicación impuestos a las grandes fortunas. También se podrían aplicar gravámenes muy profundos al  capital especulativo, entre otras disposiciones. 

Desde el punto de vista de la competencia, mal llamada social de mercado, donde todos supuestamente pueden elegir, la competencia lo único que  asegura, es la caída de los más pequeños.  La concentración monopólica deja sin posibilidades de elegir quedando los ciudadanos, sometidos a la dictadura del mercado (dictadura de la clase enemiga del pueblo)
En suelo nacional, las privatizaciones de las sanitarias se iniciaron bajo los gobiernos de la derecha concertacionista, durante la década de los años 90. Contando con el irrestricto apoyo, tanto del democristiano trota-mundo, Frei Ruiz Tagle, como del socio-listo Lagos, “el mismo del dedo acusador contra Pinochet”.  






Para la década siguiente, en pleno siglo 21, el gobierno de la derecha,  aliancista de Piñera (en el 2011) continuó de manera fiel,  la tarea de sus predecesores. Terminando con ello la entrega del resto de las acciones de las sanitarias, (35% en Aguas Andinas, 29% en Esval; 45% en Essal, y 43% en Essbio) que estaban en poder del Estado, a manos del capital extranjero La justificación fue para sostener la reconstrucción del terremoto del 27 f. 

 Para “los honorables del congreso”, no me refiero al grupo musical Congreso (ese si son buenos) si no que señalo a diputado y senadores de esta república, un ejemplo de buen  negocio privado es: Aguas Andinas. En una década extendió sus ganancias en 134%, pasando de $47.637 millones (US$101 millones) en 2001 a $111.479 millones (US$237 millones) en 2011. Por lo tanto, sus beneficios se duplicaron durante un lustro.

Lo anterior ha seguido el mismo periplo hasta 2012. En comparación a septiembre de 2011, los antecedentes arrojan cifras millonarias, en cuanto a ingresos ordinarios,  que se elevan a un 6,9 % (278.688 millones de dólares) cantidad muy superior a septiembre del periodo anterior. En cuanto a las ganancias totales, éstas alcanzan a 88.523 millones de la divisa norteamericana, lo que establece un 14% mayor o equivalente a igual espacio de 2011.

La empresa sanitaria Essbio, de capitales franco-canadienses, que maniobra en la Octava Región, se asemeja al modelo de negocios de  Aguas Andinas.  Para el mismo periodo, obtuvo un 91% de  ganancias.

Si para  burguesía capitalista las privatizaciones de las sanitarias han resultado un lucrativo y atractivo negocio, de miles de millones, para los miles de chilenos resulta un golpe económico  a sus alicaídos bolsillos. Las subidas constantes de precios de las tarifas, junto  a un servicio muy deficiente, por no decir horrible,  han mermado de alguna u otra forma, la dignidad de los usuarios de este servicio. 

Frente a éste proceso, varios ciudadanos han levantado la voz en más de alguna oportunidad, una de ellas, el obispo, Luis Infanti, ha señalado que el agua le pertenece a los habitantes del país y que su venta a las empresas transnacionales, constituye una clara violación a la soberanía nacional. Está claro, a esta altura del partido, que en Chile el agua o es un negocio muy lucrativo que se opone a los derechos humanos de miles de chilenos y chilenas.

 Mientras tanto, en pleno periodo electoral, oficial o no oficial, los candidatos de la derecha, harán malabares ideológicos, para tratar de convencer al pueblo a través de la falsa disyuntiva: dictadura o democracia. Transformados por algún tiempo, en héroes de cartón concertacionista y aliancista, seguirán defendiendo, aunque sea de puro chiste o ilusión óptica, la soberanía de nuestros recursos. Después de la borrachera electoral y la danza de millones de pesos que denigra y abofetea, la dignidad de todos los chilenos, volverá la calma, como si nada hubiese pasado. 

Los recursos básicos  deben estar en manos del pueblo, y no del capital extranjero. Así se ha expresado el candidato alternativo, Marcel Claude. Para ello las elecciones es una herramienta estratégica para lograr dicho objetivo. Sin embargo, el factor electoral es insuficiente para afianzar la soberanía de los recursos. Lo único que la asegura es, la lucha de los pobres del campo y la ciudad, a través de todos los métodos posibles,  para recuperar la soberanía perdida a partir del golpe pro-imperialista del 73.














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Pedro Arrojo, Profesor Titular del Departamento de Análisis Económico de la Universidad de Zaragoza y miembro del Consejo Científico de Attac, reflexiona sobre el modelo de privatización del agua más extendido: el PPP (Partenariado Público-Privado), con el que la clave de privatización deja de ser la mayoría financiera para situarse en la propia Información mediante la gestión de todas las decisiones empresariales y técnicas. Empezamos a confrontar este modelo por todo el mundo bajo el pretexto de la crisis y utilizando el equívoco de la "austeridad", que no es otra cosa que "sabotaje social".
Sobre la base del agua como derecho humano con el que no se puede mercadear, Arrojo recuerda también que la ONU a día de hoy no contabiliza en sus estadísticas de mortalidad por imposibilidad de acceso al agua el caso de afecciones tóxicas causadas por la minería a cielo abierto.


Escrito por: Vicente Azkárraga

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